La economía argentina refleja un consumo con dinámicas dispares, marcado por una recuperación en ciertos sectores y un ajuste en los hábitos de compra de amplios segmentos de la población. La caída de la inflación y la reincorporación del crédito han estimulado la demanda, especialmente en bienes durables como autos y motos, y en hogares de mayores ingresos. Sin embargo, la clase media y baja enfrenta un contexto de mayor austeridad, optando por compras más planificadas y reduciendo gastos en rubros no esenciales.
Un informe de la consultora Management & Fit revela que el 80% de las familias argentinas modificaron sus hábitos de consumo en los últimos meses debido a la situación económica. Entre los principales ajustes, el 16,8% postergó la compra de ropa y calzado, el 10% abandonó primeras marcas y el 9,9% redujo salidas a comer afuera. También se observan recortes en viajes y vacaciones (8,6%), actividades culturales o recreativas (7,4%) y demoras en el pago de servicios (7,3%).
Por otro lado, el consumo de carne vacuna muestra signos de recuperación. Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes de la República Argentina (CICCRA), en julio el consumo por habitante alcanzó los 49,8 kilos por año, un 4,1% más que los 47,8 kilos de 2024, aunque aún por debajo de los 54 kilos de hace dos años. Este aumento se explica por un incremento del 1,7% en la producción durante el primer semestre y una caída del 15,4% en las exportaciones, principalmente por menores compras de China, lo que dejó más carne para el mercado interno.
Comportamiento ambivalente
En términos generales, el consumo privado mantiene una tendencia positiva, aunque con matices. Gabriel Foglia, decano de la Facultad de Negocios de la Universidad de Palermo (UP), destacó: “En la lectura sectorial se observa que el crecimiento continúa siendo generalizado, pero con diferentes velocidades: los bienes durables y ciertos rubros de consumo masivo sostienen un impulso elevado, mientras que los semidurables y algunos servicios muestran señales de debilidad. Este comportamiento refuerza la importancia de seguir monitoreando de cerca la evolución del poder de compra y las decisiones de gasto de los hogares”. El Índice de Consumo Privado (ICP-UP) de la UP registró en julio un alza del 0,7% mensual y un 13,9% interanual, acumulando un crecimiento del 14,8% en los primeros siete meses del año comparado con 2024.
En el segmento de consumo masivo, los datos de Focus Market y Scanntech muestran un aumento del 3,4% en las ventas de autoservicios y pequeños comercios en julio respecto a junio, aunque con una caída interanual del 4,3%. Damián Di Pace, director de Focus Market, explicó: “Hoy, en un contexto de desaceleración inflacionaria y mayor previsibilidad en la variación futura de precios, el patrón de compra se está normalizando. Los hogares ya no sienten la urgencia de acopiar; en cambio, reponen con mayor regularidad y en volúmenes más ajustados a la necesidad inmediata”.
A pesar de los ajustes, hay señales de alivio económico. Según Management & Fit, entre julio y agosto creció del 11,8% al 13,7% la proporción de hogares que lograron ahorrar tras cubrir sus gastos habituales. Además, las familias con dificultades para llegar a fin de mes disminuyeron del 32,1% al 29,6%, y aquellas con graves problemas económicos bajaron del 17,4% al 16,7%. Estos datos sugieren una leve mejora en la capacidad financiera de los hogares, aunque la cautela en el gasto persiste en un escenario de recuperación desigual.